Se forma en el taller de su padre, el tallista y retablista barcelonés José Simón de Churriguera. Comienza su carrera en 1689 cuando diseña el retablo de la capilla del Sagrario de la Catedral de Segovia, alcanzando su mayor éxito con el retablo mayor de la iglesia de San Esteban en Salamanca (1692); retablo criticado y que sirve de modelo para acuñar el término churrigueresco, con relación a una obra arquitectónica de abigarrada ornamentación. Entre 1709 y 1722 se dedica a edificar Nuevo Baztán, nueva población en la provincia de Madrid, basada en el orden y la simetría dentro de la tradición herreriana. En 1725 comienza a construir el Palacio de Goyeneche, falleciendo ese mismo año y concluyendo la obra su hermano Alberto. Representa el nexo de unión entre el
barroco
y un estilo arquitectónico que experimenta la influencia de la práctica ornamental de ebanistas, doradores y retablistas.